Desde la galería trasera
se ve una garganta. Cuando visitaba la casa en otro tiempo la vista me dejaba
atónito, y mientras estaba lejos el pensamiento solía devolverme allí. Ahora la
garganta dista de ser prístina. Han talado árboles y excavado la tierra para
levantar casas. Desde el fondo surgen edificios feos en diversas fases de
construcción. Blancas antenas parabólicas cuelgan de los muros como percebes.
Más allá hay una iglesia evangélica a medio construir. De pie en la galería me
bebo el té. Vista desde cierto ángulo, la garganta aún puede parecer salvaje,
adaptarse a cierta idea de África: ni humos de gasolina, ni rascacielos
refulgentes ni autopistas de seis carriles. África como monte y matorral.
Fotos y texto:
Teju Cole
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